El tiempo es el tesoro más preciado que tenemos, y gestionarlo bien es la clave para alcanzar la verdadera felicidad. Debemos aprovechar esas horas que a veces supuestamente nos faltan y emplearlas en eso que nos hace feliz. El tiempo no es un enemigo, sino nuestro mejor aliado que se puede tener. Hay que aprovecharlo, no malgastarlo y a valerte de él para llevar una vida plena.
Controla Tus Gastos
El tiempo es una herramienta, el recurso más importante con el que cuentas para tener una vida mejor o peor. Si al final del día te preguntas en qué has gastado tu tiempo, seguro que recordaras las actividades más importantes. Pero si te piden cuentas de los que has hecho cada minuto del día, no podrás justificar muchos de ellos. Así como controlamos el gasto de dinero o de calorías, hay que controlar el tiempo gastado para aprovecharlo mejor. Repasa esa cuenta y verás cómo el tiempo se te va de las manos por no tenerlo controlado.
Improvisa
Aprovechar el tiempo implica darle el mejor uso posible, hacer con él lo más adecuado en cada momento. Y al igual que debemos andar lo mínimo por un camino equivocado, también debemos de ser capaces de improvisar en nuestro día a día y variar la ruta establecida. Planificar lo que haremos a lo largo del día o de la semana puede ser muy útil, pero a largo plazo debemos reevaluar o abandonar el camino que escogimos, pues más adelante descubrimos que no es para nosotros, y en el corto plazo, en el día a día, ocurre lo mismo: debemos ser capaces de improvisar, de alterar sobre la marcha nuestros planes en aras de aprovechar el tiempo.
El tiempo es relativo
Cuando hacemos algo que nos aburre, nos da la sensación de que el tiempo pasa muy despacio. En cambio, cuando hacemos algo que nos gusta, las horas parecen minutos. De lo que hagamos con el tiempo depende que transcurra despacio o deprisa, que sea una tortuga o un guepardo. No importa si los minutos duran lo mismo, lo que vale es la velocidad a la que se mueve nuestro reloj particular. Lo que cuenta es si el camino se nos hace largo o corto: si nos resulta corto es buena señal, pero si nos parece largo y si durante el recorrido el tiempo pasa despacio, significa que no es nuestro camino.
Sé puntual contigo mismo
Para aprovechar el tiempo es esencial ser puntual. Pero la puntualidad no consiste solo en llegar a tiempo a las citas que concertamos con otras personas. Va mucho más allá. Hay otra puntualidad que debemos observar si queremos gestionar bien el tiempo, y es la puntualidad con nosotros mismos. Tenemos que plantear cualquier cosa que planifiquemos como si se tratara de una cita y aprender a llegar a tiempo.
No dejes para mañana…
La manera más generalizada de desaprovechar el tiempo consiste en realizar tareas irrelevantes mientras posponemos las que tienen verdadera relevancia. Aplazar nuestras obligaciones guarda relación con la única ley que obedecemos de buen grado, la del mínimo esfuerzo, como con nuestra tendencia natural a buscar lo que nos hace sentir bien. Nuestro error es creer que en el futuro seremos capaces de hacer algo que hoy somos capaces de hacer. Pero es probable que no sea así, porque la forma de pensar cambia.
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